Cultura y
caracter

Estrasburgo desde el puente cubierto

¿Qué vamos a decir de Suiza, Francia o Alemania a estas alturas? Probablemente nada tan abundante como la información que circula en las redes o que tenemos grabada en nuestras retinas. Pero esa imagen está construida a través de la mirada de otros. Historias que nos han contado o hemos leído. Películas, libros, periódicos. Para hacernos una idea más exacta de lo que estos países son hoy en día, hay que llegar hasta allí, recorrerlos y vivirlos. Transcurrir por sus calles y hablar con sus gentes. Desentrañar el modo de ser de estas sociedades que tanto han marcado y marcan el curso de la historia en Europa.
Si bien cada una de las ciudades y las zonas por las que hemos pasado tienen su propia historia hecha con pedazos de esplendor y de dolor, nos ha llamado especialmente la atención la ciudad de Estrasburgo y el modo en que, estando situada a caballo entre dos grandes potencias europeas, ha llegado a convertirse en lo que es hoy, la capital legislativa y judicial de Europa (al margen de la riqueza artística y cultural que atesoran sus calles y cada uno de sus rincones).

canal de Estrasburgo

Por lo general, en un viaje como éste, nuestro acceso a la cultura se limita a ver cómo vive la gente desde nuestra bicicleta. Visitamos el casco histórico de las ciudades en la que nos alojamos y tratamos de alimentarnos con los productos típicos de la zona. Al margen de eso, rara vez entramos en un museo o asistimos a un espectáculo cultural o artístico. Por las noches estamos tan cansados que solo tenemos fuerzas para subirnos a la cama.

colegio Basilea

Sobra decir que, más allá de algunos datos por los que nos hemos interesado a la hora de preparar el viaje, lo que aquí se expresa no es más que nuestra opinión, construida en base a los detalles que más nos han sorprendido o resultado más relevantes y, como en el curso de nuestro viaje, la mayor parte del tiempo hemos estado en Alemania, es sobre dicho país sobre el que más hablaremos.

CARÁCTER


Curiosamente una de los aspectos que más nos ha llamado la atención, incluso sabiéndolo de antemano, ha sido el carácter de los alemanes y cómo ello se expresa en nuestra vida de cicloviajeros. Los alemanes son gente correcta, eficiente, honrada, ordenada… ¿Y cómo nos afecta eso a los ciclistas? Esos admirables valores tienen su contrapunto en el modo en que, cuando un alemán considera que te has saltado las normas, te lo va a señalar de un modo más o menos enérgico. Y no es una excepción, ocurre sistemáticamente siempre que te sales de lo que ellos consideran la norma. Siempre hay alguien dispuesto a señalártelo con rotundidad. Lo cierto es que no sabemos alemán y desconocemos el contenido de sus palabras, y puede que por la guturalidad de su lenguaje, hallamos juzgado como reprimendas sencillos señalamientos, pero lo cierto es que el señalamiento existe.
En España puedes saltarte la cola del cine o del supermercado, quedarte parado en el carril bici, cruzar la calle cuando el semáforo está rojo para los peatones, y la mayor parte de las veces a la gente le molestará, pero nadie te dirá nada al respecto. En Alemania lo raro sería que no te dijeran nada. Es como si consideraran un deber ciudadano llamar la atención a aquel que no cumple.
Ello nos lleva a una reflexión más profunda: el hecho de que un pícaro en Alemania lo tiene difícil, pues sabe que no se lo van a pasar por alto. En una ocasión cruzamos la calle y el semáforo tenía iluminado el muñequito en rojo. No venía ningún coche. Se veía a la legua. Pues un policía nos llamó la atención. Nos preguntó qué pensábamos que iba a decir la gente de él si no nos decía nada por cometer semejante falta delante suyo (todo ello en un perfecto inglés). Cabizbajos y azorados pedimos disculpas. Pero no tiene que ser un policía, puede ser un joven en un monopatín que pasa por ahí aparentemente despistado, una mujer embarazada, un viejecito, o una señora que pasea a su perro. Todos, de una forma unánime, trabajan para que la población se comporte adecuadamente. Tolerancia cero para el incívico.
Luego, en términos generales, es cierto que el primer contacto con ellos puede resultar… muchas veces frío y un tanto displicente, pero no existe animadversión en ello, también abunda la gente afable y de contacto fácil. Si en lugar de molestarte o retraerte por la frialdad del trato, mantienes un contacto educado y sincero, a los pocos minutos se relajan y se muestran mucho más cercanos de lo que en principio nos parecía (siempre hay excepciones por supuesto).

Foto Basile
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